Conquest: Montezuma, Cortés and the Fall of Old Mexico
Este libro de casi 900 páginas es uno de esos que lees a lo largo de la vida y no se te olvida nunca la experiencia. La forma de contar esta aventura, si se puede definir todo lo que acorre aquí en una palabra, es insuperable. Permanecemos a lo largo de todo el libro muy, muy cerca de Cortés, al alma y corazón de toda la empresa, le seguimos los movimientos y hasta los pensamientos, las motivaciones, las vacilaciones. El autor no pierde el tiempo con teorías ni valoraciones históricas de ningún tipo: es mucho lo que hay que contar, de por sí ya es casi increíble, y n se necesita teorizar ni adornar en lo más mínimo este relato que es de cabo a rabo la aventura más apasionante que ha protagonizado ser humano alguno en lo que va de historia del mundo. Lo que sí es aconsejable, como aperitivo, es leerse antes el relato en primera persona de Bernal Díaz del Castillo, en la edición de Planeta, en bolsillo, de caso mil páginas. Igual de apasionante, pero desde el punto de vista del soldado raso, acompañando al héroe Cortés en la proximidad, recibiendo órdenes y bregando en la lucha diaria, pero que estaba, como es obvio, a verlas venir. Para luego tomar la lectura del libro de Hugh Thomas y poder contemplar todo el paisaje histórico, todo lo que había detrás de la conquista guerrera: desde el punto de vista de los mexicanos y de los españoles. Semejante empresa daría a un mediocre historiador muchas oportunidades de dejar opiniones o teorías, de apuntar datos estadísticos o de otro tipo, de interés colateral al tema en cuestión. Hugh Thomas no. Este autor acertadamente se da cuenta de la envergadura de lo que tiene entre manos, y de la relevancia histórica que tiene, pues significa ni más ni menos que apenas unos cientos de hombres y unos caballos se adentran, procedentes de un continente remoto, en un continente ignoto donde los dueños ejercen una tiranía imperialista con métodos peor que los nazis, y cuyo deporte mayoritario y obsesivo son los sacrificios humanos, y cuyo número está en los millones pero que son vencidos, sometidos, y su incivilización destruida. ¿Qué lo hizo posible? La determinación, astucia y valor de un hombre. Y la suerte de hallarse a muchos pueblos que antes preferían apoyar a Cortés que seguir siendo los esclavos y víctimas de los aztecas. No había nacionalismo entre los mexicanos por aquel entonces.
Ya digo: independientemente de los gustos de lectura que usted tenga, este libro querrá leerlo de un tirón una vez que lo empiece.