Réquien por un campesino español
Este breve relato, clásico ya del siglo XX en España, fue publicado por 1950 o 53, cuando el novelista se encontraba trabajando en los Estados Unidos de profesor. Un en día, si a alguien le suena el nombre de Ramón J. Sénder, será por esta breve obra, y tan solo por ella. Ambientada en la víspera de la Guerra Civil Española, en el 36, a través de numerosos flashbacks el protagonista, un cura rural, va recordando la vida de un hombre a quien él bautizó, casó, y finalmente, dijo misa de aniversario de muerte. Lo maravilloso del relato es que en tan pocas páginas queden desveladas no sólo las almas de estos dos personajes, sino que quede fotografiada el alma de un pueblo. Un pueblo que podría ser España entera, pues abarca en pocos personajes el espectro identitario de España, un país lleno de pobreza y riqueza extremas, de envidias ancestrales, de orgullo, vanidad, de paganismo tribal, de pasiones y odios exacerbados por la ignorancia, la superstición, y la desorientación espiritual.
Lo más destacado para mí ha sido comprobar lo bien que el autor refleja, sin emitir juicios ni propagandas, la esterilidad del catolicismo en este pueblo tan bárbaro (bárbaro -lo admito- en el sentido más peyorativo) que sigue siendo el español. El catolicismo español fue un fracaso sin paliativos; ha sido como vestir de seda a la mona del anís famoso; durante la Guerra Civil la mona se reveló lo que era: un simio, un no-todavía ser humano. La civilización nunca llegó a la península. Incluso hoy seguimos igual de fratricidas, pero bajo el cómodo techo de la Unión Europea.