Francia 1789 · españa 1936
Fernando Díaz-Plaja es un autor con el que el lector tendrá algo asegurado: no aburrirse. Sus novelas y sus ensayos nunca me han fallado. Y éste, un ensayo histórico de asunto doble publicado en 1991 por Rialp, apuntaba a ser un reto difícil de contar, compaginando ambos asuntos sin hacer de la obra un lío espeso. Enseguida la narración despega el vuelo y el lector ve la historia desde el mismo punto de vista del ciudadano de a pie de cada época. Los protagonistas son los ciudadanos que se vieron, para bien o para mal, en medio de ambas revoluciones: cómo les afectaron en el vivir diario aspectos tan triviales como la manera de vestir, la comida, las formas de saludo, los enjuiciamientos, las creencias políticamente correctas del momento, los tabúes o frases políticamente incorrectas, las prohibiciones y demás totalitarismos típicos de ambas revoluciones izquierdistas. La historia que afecta al ciudadano de a pie, la cuenta con una autoridad, humanidad y talento extremo este autor. Se lee fácilmente, más bien se degusta a sorbos como el café bueno. El libro es muy aconsejable como acompañamiento a alguna de esas historias, normalmente pesadas, casi siempre de tono académico, de la Guerra Civil o de la Revolución Francesa, para poder ver la realidad como la vieron miles de víctimas y verdugos que cohabitaron las calles, una realidad pintada a brochazo de caso real tras otro caso real, sacados de la prensa diaria y de la memoria del autor, quien entonces era un privilegiado y joven testigo de la situación en Barcelona. Se agradece la falta de ira y de posicionamiento político: se ve que no ha vivido el autor de ayudas gubernamentales.