Melchor Gaspar de Jovellanos
Este libro ya tiene bastantes años, es de los '70, y difícil de encontrar. Pero es el único que tengo acerca de nuestro mayor intelectual del XVIII-XIX, es decir, de la Ilustración española. Intelectual -dicho con respeto hacia Jovellanos, pues es un término que puede entenderse con alguna connotación peyorativa. En el caso de Jovellanos no se puede aplicar esta palabra más que con propósito laudatorio, pues si ilustrada fue su inteligencia, su corazón no era menos grande. Tenía 'his heart in the right place', que se dice en inglés. Tan grande en calidad humana como en genio.
Este libro es un gran hallazgo. En menos de 150 páginas disponemos de un compendio de toda la obra y vida del autor, en lenguaje claro, sucinto, exento de circunloquios academicictas. Comienza con un resumen de los pasos vitales del personaje, un poco de su vida, sus estudios, su oportunidad en la Corte, el encumbramiento fruto de sus obras, la principal, el tratado sobre la reforma agraria, sus problemas con la Inquisición, su prisión y exilio, su regreso y, finalmente su exilio a Gijón, su querida ciudad natal.
Luego repasa el autor sus obras, según las materias que trató. Y no se me ocurre qué no haya tratado este hombre, pues tan inmenso era su conocimiento. Pero su preocupación más honda era la de mejorar la calidad de la educación de los españoles, sobre todo del pueblo llano. La educación útil, buscando la salida profesional de las gentes. Los individuos hacen a la nación; no es el Estado el que moldea al pueblo, es el conjunto de los individuos, libres, quienes -cada uno según capacidad y ambición y en igualdad de oportunidades- conforman el destino de la nación. Un verdadero liberal, en el sentido clásico. Un verdadero cristiano, por encima de la etiqueta católica. Me imagino a Jovellanos en el Cielo, debatiendo con C.S. Lewis. Seguro que hacen 'buenas migas'.
Finalmente comentar que a quien no le interesen demasiado algunas de las materias que trató Jovellanos en sus estudios y libros, puede saltar al apartado siguiente. Son independientes y, juntas, facilitan al lector una impresión global de la persona y del intelectual, nuestro gran español, de Asturias, Gaspar de Jovellanos. Por supuesto, siendo un personaje tan grande no podía durar en política, y tuvo que ser encarcelado, perseguido por la Inquisición... no se hizo afrancesado, sin embargo. Pero le pudo el sentimiento de patria, a pesar de que a esa patria la iba a regir el peor desgraciado y el mayor canalla que ha parido reina alguna en la historia de Europa: Fernando VII.